3/24/2016

#STONESARGENTINA [Donde quería estar]

Esta entrada inaugura la sección 'Recitales'. A lo largo del año iré reseñando tanto conciertos a los que asistí como aquellos que veo por la tele, YouTube DVD's. Va a haber de todo, así que estén atentos. A continuación vas a leer sobre el show que dieron los Rolling Stones el miércoles 10 de febrero en el marco del América Latina Olé Tour. Va a ser especial, ya que se trata de mi banda favorita. 
Es el 23 de febrero del 2006. Está oscureciendo y los Stones, en su tercera visita a la Argentina, están a punto de tocar en Buenos Aires. Y yo a 1.300 de kilómetros, en la Patagonia, fumándome un pucho. "Ya fue", me digo. "No los voy a ver más, son viejos". Tengo quince años y si podría volver a mirarme vería el rostro de un adolescente decepcionado.

"Son viejos..."

Ese frustrante día del 2006 quedó atrás. Me acuerdo que tenía siete discos suyos: dos grandes éxitos, dos directos y tres de estudio. Más algún que otro tema suelto que nos pasábamos con mis amigos. Ahora, gracias a internet, conseguí la discografía. Pasaron varios años. Ahora estudio en La Plata y he ido a ver montones de bandas. Pero entre los tickets que guardo como souvenir, falta una. Aquella que pueda cerrar el círculo. Porque uno puede tener muchas bandas favoritas pero hay una que es especial. En mi caso, son los Rolling Stones.

"Y ya son viejos".

Aún así, andan girando por Estados Unidos y Europa. La ilusión siempre está. Mientras, no me queda que conformarme reproduciendo su música en la compu, viendo sus recitales y, cuando ando con unos mangos, me compro los discos que más me gustan. Algún día voy a tener en físico la discografía completa; voy paso a paso y no me apuro. Trato de disfrutar cada CD y recomendar a la banda a aquellos que nunca la escucharon. Se podría decir que soy una suerte de evangelizador.

Prendo la tele y siguen tocando. "Ya son viejos". Y no vuelven. En el 2006 fue la tercera vez que lo hacían. Y la primera vez eran viejos. "Ya fue". Voy al cine a ver Shine a Light con un amigo y con amargura pienso que quizá sea lo más cerca que esté de la banda.

"Ya fue".

Pero un día... Anuncian gira por latinoamérica. Hay que esperar un año. Llevo 9 haciéndolo. Puedo aguantar, el tema que ellos ya son... No.

Es un día de mierda de noviembre del 2015. Hace mucho calor. Estoy con la tarjeta de crédito de mi abuelo esperando mi turno para sacar la entrada vía Ticketek. Por suerte no tengo que esperar mucho. La primera fecha ya se agotó así que saco para la siguiente sin sobresaltos. Pero es aire. Todavía no la tengo en las manos y no la tendré hasta febrero del próximo año. Días antes del show. En fin. Me llama mi abuelo para preguntarme por la transacción. Le cuento que bien y que en la semana le devuelvo la plata. "No", me dice. "Es un regalo. Por aquella vez que no pudiste ir. Disfrutalo". Le agradezco e insisto en devolvérsela pero no hay caso. Cuando corta la llamada tengo lágrimas en los ojos.

Llega el 10 de febrero del 2016. Pasaron casi 10 años. Estoy en el colectivo que lleva al Estadio Único. Aquella mañana, para entrar en calor, me vi un documental de Keith Richards donde comentaba que asistir a un show es como ir a un templo a alabar a alguien que admirás. Y no se equivoca. Le faltó mencionar la peregrinación. Eso de ir hacia el destino y encontrarte a gente como vos que va a hacer exactamente lo mismo. Alabar a alguien durante un par de horas.

Son las 17:30 cuando bajo del bondi. Es temprando, lo sé, pero la ansiedad me ganó. Necesito estar ahí. No en el Estadio Único sino en el Templo. Durante esa jornada no será un estadio de fútbol. Será otra cosa totalmente distinta. Para matar el tiempo voy mirando las remeras y todo el merchandising pirata que hay. Es hermoso. En algunas tiendas suenan temas de los Stones y venden cervezas. Tres días después, para la última fecha, voy a volver con un amigo a escucharlos desde afuera. Pero eso está lejos. Porque estoy donde quiero estar.
Una vez en el Templo escucho a La Beriso. No lo hacen tan mal como prejuzgué pero mi atención está en otro lado. Por su parte, Ciro y los Persas la descosen un rato después. No soy un fanático de Ciro pero como aficionado a la música sé admitir que el tipo es un distinto. No por nada hace delirar a miles de personas. Mick Jagger le regalara su armónica tras el último concierto pero eso también está lejano. Supongo que el tipo también está donde quiere estar.

Ya es de noche. Está por empezar el recital que llevo esperando casi diez años. Estoy nervioso pero estoy donde quiero estar y esa sensación no la cambio por nada. El ambiente es de ansiedad. Hay gente como yo que nunca los vieron. Otra, los más veteranos, que tuvieron el privilegio. Pero la ansiedad es compartida. Se nota en las miradas y en las respiraciones.

Está por arrancar. Ponen el video de presentación. Richards ya debe tener la guitarra colgada contando los segundos para irrumpir en escena. ¿Empezará con Start Me Up? La primera fecha lo hizo con ese. Y... No. No arranca con ese tema. La melodía me suena. Estoy saltando pero no caigo. Ahí están Mick, Ronnie y Keith. Los héroes de mi adolescencia. Y recién ahí me doy cuenta que estoy pogueando con Jumpin' Jack Flash. La canción con que abrieron en el 2006... Hace casi diez años. Y si eran viejos ya en esa época, ¿qué son ahora?

Leyendas. Son leyendas. La que yo considero la mejor banda del mundo está delante mío. Haciendo enloquecer a 40.000 personas entre las cuales estoy yo. Mi cabeza procesa eso recién en el tercer tema: It's Only Rock and Roll. Antes, estuve en piloto automático. Es con este tema que empiezo a disfrutar de verdad el recital. Gritando como un desaforado el estribillo y agarrándome la cabeza de a ratos. No lo puedo creer. Son ellos. Están ahí. A 10 metros. No a 1.300 kilómetros. Y el concierto es espectacular. No voy a olvidar nunca Out Of Control, para mí, su mejor momento. Fue arrasador para un público que había perdido el control hacía rato. Jagger va de un lado a otro dando piruetas y tocando la armónica de a ratos. Qué pulmones tiene el hijo de puta.
También hace bromas con la gente y nos amonesta por los incidentes ocurridos en el clásico platense. Todo eso en un español pasable. Esos detalles crean una conexión con los espectadores y lo convierten en un frontman de puta madre. A Charlie lo veo cada tanto por las pantallas o cuando doy un salto bastante alto. Sigue igual de elegante que en los shows que miraba por DVD. Ronnie es el loco lindo de siempre, la edad no les pesa a estos tipos. Y Keith Richards se lleva una ovación de varios minutos antes de entonar Slippin' Away. Estoy donde quiero estar definitivamente.

Y ya de cara al final entonan Start Me Up. Aquel tema con el que los empecé a escuchar. Es la canción que más agite. Sympathy for the Devil es alucinante con esos videos. No me puedo quejar. Gracias viejo por regalarme el Let It Bleed. Gracias vieja por el Forty Licks. Gracias abuela por los pósters. Gracias abuelo por este regalo. Gracias por alimentar mi pasión 10 años atrás.

He ido a muchos buenos recitales pero este, por contexto, es el que más disfrute. Fue una larga espera pero gracias a mi familia pude estar donde quería estar.

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